La pasión por la natura, el entorno y la gestión del paisaje lo hizo aterrizar en La Fageda. Lluís Bosch empezó a trabajar en nuestro proyecto el febrero de 2013. Cómo dice él, antes, “hizo un poco de todo”, puesto que estudió un ciclo formativo de electricidad, trabajó en mataderos, cursó otro formativo de grado superior de medio natural en la Escuela Agraria y Forestal de Santa Coloma de Farners y ejerció como jardinero, durante una temporada.
El aire libre es su hábitat natural. Los fines de semana coge la furgoneta y busca montañas de la zona del Pirineo u otros lugares. Y durante la semana, trabaja en nuestra granja, ubicada en Santa Pau. Ahora vive en Olot, pero su corazón está en Sant Esteve d’en Bas, donde creció.
Hoy, lo entrevistamos y conocemos con más detalle cómo es trabajar en la granja de un proyecto social como el nuestro.
Un día, mientras hacía el café en un bar de la Garrotxa, me encontré a Albert Curós, el actual jefe de granja de La Fageda. Nos conocíamos de hacía tiempo y justo en aquel momento, él había entrado a trabajar en el proyecto, y me comentó que estaban buscando gente para que se encargara del ganado. Hice la entrevista y entré. Yo no venía ni del mundo del campesinado, ni del mundo social, pero lo probé, fui haciendo y mira, ¡ya hace 10 años que estoy aquí!
Antes de empezar a trabajar en La Fageda, ya conocía el proyecto, y me generaba mucha curiosidad. Uno de los puntos fuertes es la zona, puesto que venir a trabajar en medio del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa es un privilegio. Entrar en el bosque de La Fageda d’en Jordà es una pasada. Otro punto que me entusiasmaba de La Fageda era el hecho que es un proyecto creado para dar trabajo a colectivos vulnerables. Esto es un plus: aparte de ganarte la vida, también ayudas a las personas.
Los bosques y la gestión del territorio siempre me habían gustado. Lo que más me apasionó fueron las prácticas que hice del ciclo formativo de la EAF Santa Coloma de Farners. Estuve trabajando en una brigada que hacían mantenimiento por la zona de Vall Ter, Ripollés y Pirineo. Hacíamos mantenimiento de caminos, cambiábamos el ensartado, limpiábamos bosques, poníamos bebederos para las vacas… Eran trabajos muy variados y te permitían estar en el Pirineo. Me dio pena dejarlo, pero encontré otro trabajo, el de La Fageda, donde también podía trabajar al aire libre.
Fue a raíz de la oferta de trabajo de La Fageda, que me empecé a interesar más por este mundo. Siempre me han gustado los animales, y también había vivido en alguna casa de campesino, donde teníamos gallinas. El hecho que Albert trabajara aquí y que nos conociéramos de antes, también me ha ayudado mucho. Tiene la capacidad de encomendarte su pasión por el trabajo. A medida que vas trabajando y las cosas van saliendo bien, el trabajo te va gustando todavía más.
De buena mañana, lo que hago es revisar que todo esté bien en la granja. Se tiene que controlar que todas las máquinas y tareas automatizadas funcionen correctamente. Después, voy a ver las vacas productoras. Pueden entrar solas a la ordeñadora robotizada que tenemos en La Fageda, pero siempre hay algunas que les cuesta más. Así pues, lo que hago es ir a buscar las que hace más tiempo que no se ordeñan, porque tienen la ubre llena de leche y pueden coger infecciones o tener malestar.
También, preparo la alimentación de las vacas y las becerras, reviso las que necesitan algún tratamiento, saco muestras para el laboratorio, cambio los tanques de la ordeñada… Además, organizo el equipo de profesionales y coordino las posibles bajas que puede haber. Cuando Albert no está, paso yo a hacer sus funciones de encargado, como por ejemplo: controles reproductivos, asistencia a reuniones internas de coordinación…
Tenemos tres turnos: mañana, tarde y fin de semana. Vamos alternando, cada semana hacemos un horario diferente. Como no tengo hijos, para mí no es nada complicado hacer este horario, y me puedo organizar bien. Además, con el equipo también podemos hacer cambios de turnos, si vemos que algún día no podemos trabajar.
Desde que hicieron la granja nueva y nos pusieron el robot de ordeñada, las vacas tienen más espacio, puntos de agua, rascadores, lugares para ir a comer, una mejor climatización con ventiladores y duchas para que se puedan refrescar los días de más calor, mantenimiento de la temperatura del agua que beben… Están más tranquilas, sin duda, ha sido uno antes y un después. Contamos con la certificación Welfair™ de bienestar animal y el 2022, nuestra granja se clasificó en décima posición al certamen ‘Desafío Frisona 2022’ en la categoría de mejor ordeñada robotizada.
En cuanto al manejo, las vacas que están embarazadas salen cada día a pastar. ¡Las vacas también hacen turnos! Las que están a punto de parir, salen por la mañana, y después, bajan las otras. Todas tienen su espacio de pasto y van rotando de lugar progresivamente, con el objetivo de dejar descansar el suelo.
Las vacas son muy dóciles. Han nacido aquí y ya conocen el entorno, están acostumbradas y tienen bastante contacto humano, gracias a las visitas que ofrecemos.
Los ganaderos tenemos que actuar tranquilamente con el ganado, porque las vacas son capaces de sentir nuestros nervios y estrés, lo notan todo, y también se agobian. De hecho, a las vacas se los pone música clásica para fomentar su relajación.
En cuanto a alimentación, compramos pienso y bagazo a proveedores, y nosotros nos plantamos el maíz y la cebada. En principio lo tenemos para todo el año, solo compramos una pequeña parte.
Al principio, lo encontré complicado, pero después vas aprendiendo. Se tiene que tener empatía y paciencia, y conocerlos en profundidad. Cuanto más profundizas, más los puedes ayudar, por eso, es muy importante que nosotros vayamos en coordinación con el equipo de psicólogos de La Fageda. De este modo, podemos conocer los problemas que puede tener esta persona, el trasfondo, su historia… Esta información es esencial para saber cómo reaccionar, conocer las limitaciones de cada uno y también, sus puntos fuertes. Es muy gratificante ver como algunas personas del Centro Especial de Trabajo (CET), pasan a trabajar a la empresa ordinaria y les va bien.
Los trabajadores del CET ya saben cada mañana qué tienen que hacer, porque son tareas que se tienen que hacer cada día. Como, por ejemplo, cambian la paja de las vacas productoras, y añaden un polvo que seca y desinfecta. También, hacen tareas de limpieza, dan leche a los novillos o los calostros a los que acaban de nacer.
Es importante mantener activa su motivación. Por ejemplo, el hecho que muestren ganas y que vean que consiguen hacer un trabajo más complejo que antes no podían, les supone una dosis de autoestima muy grande, y es aquí donde los tenemos que alentar.
Y tanto, muchas. El que nos pasa muy a menudo a los que venimos a las 5 de la mañana, es que a causa de la lluvia -y, incluso nieve, alguna vez-, nos podemos encontrar algún árbol en medio del camino que da acceso a La Fageda. Toca bajar del coche, ir a buscar a pie la maquinaria que tenemos y encargarnos de sacar los troncos. ¡No hace mucho nos pasó, y ni con el tractor lo podíamos sacar! ¡Estuvimos 1 hora!
Otro momento importante fue el cambio de granja. Nos hizo mucha ilusión, porque, además, pudimos hacer algunas tareas de la obra y esto nos permitió hacérnoslo muy nuestro.
A pesar de ser una empresa muy grande, hay muy buen rescoldo y todos nos conocemos entre todos. Siempre me he sentido muy valorado en La Fageda.
En cuanto a lo más complejo, creo que es el hecho de poder compaginar el trabajo en la granja con el trabajo con apoyo. A veces puedes tener un mal día, o ha pasado algo en la granja que te hace estar más nervioso, y tienes que intentar mantener la calma.
¡En cualquier lugar, pero especialmente, en jardinería! A pesar de que también me haría gracia probar el Servicio de Atención al Visitante, la fábrica de lácticos, el Servicio de Terapia Ocupacional… Creo que para adaptarme a los puestos de trabajo… ¡Soy un todoterreno!
Me encanta la montaña, tengo una furgoneta y muchos fines de semana los paso allí. Antes cuando vivía en Sant Esteve d’en Bas, iba a nadar cada día a la piscina de Torelló, pero ahora solo voy de vez en cuando en verano. También me gusta escuchar música y mirar series.
¡Todavía me gusta el heavy metal, lo que ya no tengo es el cabello! ¡Ha, ha! Eran los años 90, buena música, conciertos, festivales… ¡No nos perdíamos ni uno!
Hay muchos, pero lo que me gusta mucho es mezclar el griego azucarado con el yogur de limón. Y la crema de chocolate, que para mí es la estrella, y más todavía, si lo calientas un poco y la echas sobre el helado de vainilla con nueces de macadamia.
Está muy mal el sector, y mira que es esencial este mundo. Necesitamos los campesinos para poder comer, pero hay gente que todavía no lo ve.
¡Si los próximos 10 años pasan igual de rápido que estos últimos, seguro que sí! La vida da muchas vueltas y no lo sabes nunca, pero sí que me gustaría jubilarme aquí.
Eva Güibas, periodista. La Fageda.