Hoy ponemos el foco de nuestra entrevista mensual sobre una trabajadora de La Fageda que siempre ha vivido en la ciudad de Girona, concretamente en Sant Narcís, en el casco antiguo. Allí nació y pasó una infancia y adolescencia muy ligadas sobre todo a sus amigos, la música y la montaña, el cau. Estudiaba 8 horas de música a la semana haciendo orquesta, canto, armonía, flauta travesera… Lo tuvo que dejar al marchar a Barcelona a la universidad pero aún a día de hoy, cuando tiene tiempo libre, en casa, sigue tocando la flauta. Más importante que la música fue su experiencia en el ocio educativo. Estuvo implicada en el cau desde los 5 años hasta los 21, empezando como castor y acabando en el puesto de mando. ‘El cau es lo mejor que me ha pasado en la vida’ explica.
Realizó el bachiller científico-tecnológico y al principio tenía la idea de estudiar medicina. Pero finalmente decidió optar por la de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, en la Universidad Autónoma de Barcelona. Y quizás mejor así ya que nos confiesa que es bastante aprensiva. ‘Habría sido muy mala médica’, bromea. En aquél momento vivía en el barrio de Hostafrancs, en el distrito de Sants de Barcelona.
Durante los primeros años de carrera fue descubriendo que aquello que la motivaba de verdad era el campo de la innovación y decidió probarlo para asegurarse que estaba acertada. Después de terminar el segundo año hizo unas prácticas de verano en el departamento de innovación de una pequeña empresa. En tercero y cuarto decide que su futuro estará relacionado con el sector de los lácticos y después de graduarse se matricula en un máster sobre innovación en la Universidad de Barcelona. Hoy entrevistamos a Júlia Gómez Nadal, de 26 años e integrante del departamento de innovación de La Fageda.
El departamento en el que desarrollas tu función, el de innovación, juntamente con Laura Millastre, es de reciente creación. ¿Que nos puedes contar acerca de él?
Sí, antes todo formaba parte del departamento de calidad y ahora se ha dividido en tres ramas diferenciadas. Son calidad operativa, que sería la calidad de fábrica, aseguramiento de la calidad, e innovación.
¿Y cuál es su misión?
Lo que hacemos es revisar que todos los productos Fageda estén bien planteados desde la fórmula hasta el proceso de producción y la llegada a los puntos de venta. Asegurarnos que aquél producto que hemos imaginado y diseñado en una idea originaria llega al consumidor en su forma más perfecta. Estamos implicados en una mejora constante de procesos y producto. También diseñamos y formulamos nuevos productos, en coordinación con el resto de departamentos. La innovación es transversal.
De acuerdo. Ahora que ya conocemos tu función concreta, volvamos atrás en el tiempo. ¿Cómo empieza tu etapa laboral, previa a La Fageda?
Estaba estudiando el máster de innovación cuando me proponen hacer unas prácticas en el departamento de innovación de Danone. No me lo esperaba y lo acepté. Fue una etapa de muchísimo trabajo, eran unas prácticas de 8 horas diarias así que era como una jornada laboral entera. Y luego, al atardecer, iba a clase algunos días hasta las 10 de la noche.
Pasaste de hacer prácticas en una pequeña empresa a hacerlo en una de las multinacionales más grandes del mundo en el sector de los lácticos.
Sí, aprendí muchísimo. Me impliqué mucho en los proyectos en los que participaba y, otra vez por sorpresa, me ofrecieron quedarme en la empresa después de las prácticas. Estuve allí en total dos años y medio y fue una buena etapa, de aprender y de hacer muchos amigos.
Pero…
Me faltaba algo. Tenía ganas de estar dentro de algún proyecto que me llenara de verdad, que me motivara realmente. I en julio del año pasado entro a formar parte de La Fageda.
¿Conocías el proyecto?
Sí, soy de Girona de toda la vida como te decía antes y desde pequeña en casa conocemos La Fageda. Habíamos venido a visitarla varias veces y sabía que era un proyecto social. Cuando vi en los medios de comunicación que se hacía una inversión para levantar una nueva fábrica me llamó mucho la atención porque entendí que se apostaba de forma clara por la innovación.
¿Quizás habías venido de visita con el grupo de chicos del cau a La Fageda?
Haha. Habíamos venido por la zona muchas veces pero nos faltó visitar la finca.
Pues qué ilusión que te llegara la posibilidad de entrar en el proyecto.
Mucha. Recuerdo que cuando hablé por primera vez con Cristóbal Colón salí aún más motivada. Comprobé de primera mano que La Fageda era muy de verdad y confirmé aquello que ya sabía, que aquí no se hacen yogures para el enriquecimiento personal. Que Cristóbal cree en esto de verdad, de corazón, y lo transmite.
¿Cómo recuerdas tu primera semana?
Los primeros meses fueron de conoceros a todos. Me dijeron que querían que conociera todos nuestros productos como si hiciera años que trabajara aquí. Me lo explicaron todo al detalle. Enseguida me encontré con gente que tenía ganas que yo estuviera allí y me hicieron sentir tan bien… ‘Haremos cosas muy buenas’, me decían.
Te has integrado muy rápidamente.
Si, y me está compensando tanto el cambio… Me está dando la vida venir a La Fageda. Me gusta mucho la gente. Hay muchas personas enamoradas del proyecto y esto se nota. Y me encanta trabajar con las personas del centro especial de trabajo. Es como que te obligan a tener buen día, a estar de buen humor. Si tienes un mal día, siempre hay alguien que está de buen humor y te lo contagia. Entonces aquí es fácil estar alegre. Y en mi departamento también nos sabemos divertir. Por Navidad propusimos hacer un concurso de decoración navideña. Tengo que reconocer que soy una ‘friqui’ de la Navidad. Además, estar dentro de un parque natural… Es una pasada. A veces llego una hora antes y voy a correr con una compañera, Anna Poch, por la Fageda d’en Jordà. Luego nos duchamos en los vestuarios de fábrica y a trabajar.
Pues venir de Girona y llegar una hora antes… ¡Te gusta madrugar!
Cuando vamos a correr quedamos aquí a las 7 de la mañana… Realmente me levanto con mucho sueño haha. Pero luego me compensa. Y por las noches me duermo muy pronto. Me gusta mucho dormir y tengo capacidad para hacerlo en casi todos los sitios posibles.
No parece un trabajo rutinario el tuyo.
No, para nada, por suerte. Gestiono proyectos para que las ideas de nuevos productos lleguen al mercado. Esto quiere decir que hay días en los que me toca pensar e idear en el ámbito de laboratorio o de formular con el ordenador, y otros en los que ya hago pruebas en la fase semi-industrial o en la planta piloto, en la fábrica. Ahora, por ejemplo, estamos probando un nuevo aroma.
¿Qué es lo más difícil de tu trabajo?
Lo que más me cuesta es mejorar productos que ya están en el mercado. Para mí es más fácil formular y crear nuevos productos desde cero. Lo que más me gusta es formular.
Y ahora una batería de preguntas rápidas que ya se han convertido en tradición de nuestras entrevistas. Si no estuvieras en tu departamento, ¿en qué otro te verías?
En el Servicio de Atención al Visitante, porque es donde explicáis el proyecto. O en márquetin.
¿Tu espacio favorito de la finca?
El SAV o las mesas del pícnic. Porque nos encontramos personas de departamentos muy diferentes y es genial.
¿Tu momento más divertido en La Fageda?
La cena de Navidad. ¡Qué risa!
¿Tu producto favorito?
El yogur natural y el de limón.
¿En pocas palabras, cómo definirías La Fageda?
Una empresa social que para poder dar servicio a un colectivo que necesita trabajar, como todo el mundo, tiene una parte industrial muy potente. Es una simbiosis entre la parte industrial y la parte social.
Víctor de Paz, periodista y guía de La Fageda.