Si algún día llamáis a La Fageda, es posible que os coja el teléfono Maribel Almansa. Tiene aires del sur, puesto que nació en Almería, pero de muy pequeña vino hacia Olot, que hoy en día considera su casa. Su tio trabajaba aquí y llegaron a las comarcas gerundenses buscando una vida llena de oportunidades y abriendo la puerta a muchas personas.
Y es que Maribel tiene muy claro cuál es el secreto de la felicidad: “Para mí la felicidad es poder compartir la vida con mi gente”. Y añade: “las personas nos hacen ser más feliz”. En esta entrevista hablamos de esta concepción y forma de vida basada en las personas, esta vertiente más filosófica que nos confiesa que la ha descubierto y desarrollado, en parte, gracias a La Fageda.
Desde hace 16 años, se encarga de la recepción y la atención al público en nuestra casa y se ha convertido en un pieza indispensable de la familia.
El 2007 trabajaba realizando tareas de inspección técnica en la autovía de Sant Jaume de Llierca. Buscaban una administrativa y estuve trabajando allí durante 4 años. Un día, mirando la revista La Comarca de Olot vi una oferta de trabajo de La Fageda para desarrollar funciones de atención telefónica y atención al público. Así que me presenté e hice una entrevista con la cofundadora Carme Jordà. Me cogieron y pasé a formar parte de recepción, un equipo que entonces estaba formado por 4 personas.
Empecé haciendo tareas de atención al público y por teléfono. Más adelante, también me encargaba de llevar pequeñas ayudas que solicitábamos, hacer seguimiento de encuestas, apoyar a otros departamentos, por ejemplo, para montar los regalos y las postales de Navidad dirigidas a los trabajadores y otras empresas… Hacíamos tareas muy diversas desde secretaría.
Hace 3 años, hubo una reestructuración interna en La Fageda y yo pasé a depender del Área de Gestión y Desarrollo de Personas, encabezada por Sara Vidal.
Actualmente, pues, me dedico principalmente a la atención telefónica y recepción de personas, pero también ejecuto otras tareas: ayudo en la coordinación de acontecimientos que hacemos en La Fageda, haciendo reservas de salas o bien, hablando con los informáticos; doy apoyo en la reserva de comidas a la cocina cuando algún invitado se queda a hacer alguna comida aquí; hago envíos postales de obsequios a contactos de los diferentes departamentos; gestiono tareas de mantenimiento de los coches de empresa; me encargo de controlar el correo genérico de La Fageda y dar respuesta a las peticiones que entran o derivarlo hacia el departamento correspondiente…
Y también, hago compañía, como me gusta decir. La recepción es un lugar donde pasan y nos vienen a visitar muchas personas del Servicio de Terapia Ocupacional y del Servicio Prelaboral. Me vienen a ver, a hacer abrazos, a desearnos un buen día…
En este trabajo es importante que te gusten las personas y a mí, me encantan. Se necesita tener mucha capacidad para empatizar, porque todo el mundo necesita ser escuchado y que les resuelvas dudas, y sobre todo, todo el mundo necesita acompañamiento.
Me gusta todo… No sé si a veces soy demasiado optimista, siempre pienso en el lado positivo.
Por ejemplo, hace dos meses se murió mi padre, una muerte muy repentina y triste, que sentí mucho. Con mi familia siempre nos hemos dicho mucho que nos queremos, y creo que esto es muy necesario. He podido estar con él 53 años: mi padre es y era luz. A menudo pienso: “Si mañana yo no estoy, ¿cómo quiero que me recuerden?”. Gracias a trabajar a La Fageda, me ha salido esta parte más espiritual.
Por eso, hubo una temporada que hice reiki y reflexología podal. También, hice un curso de quiromasaje y como tenía que hacer prácticas durante 3 meses, decidí hacerlas aquí, en el Club Social de La Fageda, que acoge a personas jubiladas de nuestro Centro Especial de Trabajo (CET), donde se hacen actividades orientadas a prevenir el deterioro físico y cognitivo.
Era muy bonito… Creábamos un clima muy acogedor con incienso y aceites, y una litera que llevé. Aquel momento era exclusivo para ellos, y se sentían muy reconfortados. Nos coordinábamos con los educadores para saber cómo estaban aquellas personas, y que necesitaban. Fue una etapa que me ayudó a experimentar y a aprender mucho, en todos los niveles, no solo el profesional.
Lo que menos me gusta es, sin duda, perder a personas de la casa, cuando se hacen grandes o están enfermos… Queda un vacío tan grande. Pasa en todas partes y en todas las empresas, pero aquí hay personas que nos han dejado y que claramente son historia de La Fageda, y desde aquí les quiero hacer un pequeño homenaje, también.
Una forma de vivir y de trabajar. Es muy bonito trabajar y que tu día a día vaya destinado a ayudar a las personas. La cultura de La Fageda te atrapa, y es cuando ves que el fondo y la esencia de La Fageda es lo más importante. He trabajado en muchos lugares, pero aquí es especial. Trabajamos por la gente, para que tengan una vida digna.
Exactamente como ahora. La Fageda del futuro tiene que continuar creciendo, con nuevos proyectos, mirando a las personas, siendo optimista, sin perder la misión, que Cristóbal Colón, cofundador y presidente, y Carme Jordà han ido creando y transmitiendo, y que se les estamos muy agradecidos.
¡Tantos y tantos! Recuerdo Rosario, que siempre me deseaba un buen fin de semana; Pedro, que nos dedicaba canciones y nos cantaba; o cuando hacía masajes a Carme, una persona bastante fría, pero que con el entorno que creábamos en aquella sala, ¡conseguí sacarle más de un abrazo y sonrisa!
Todos los compañeros aportan su parte: Àlex Astuy, Ramón Gómez, Mercè Roura, Rosa Llach… Cada cual tiene su parte más humana y todos somos un equipo. Siempre he trabajado junto al despacho de Cristóbal, lo he tenido muy cerca y esto me ha permitido aprender mucho de La Fageda. Y Carme y Mònica Quiles son brillantes con las personas, es de admirar como las ayudan, así como todo el trabajo que han hecho y que hacen. Me encanta La Fageda de ahora, como ha cambiado y como hemos conseguido todo esto.
Ir a andar por estos caminos de La Fageda es ideal, tanto en verano como en invierno. Cada mediodía, durante la pausa de la comida, me escapo a andar y me sirve para meditar.
Salir a andar con las amigas, ir al cine, acompañar a mi marido en moto, hacer piña con mis hermanos y madre, estar con mis hijos… Es muy importante dedicar tiempo a las personas de tu vida, porque todos somos madres, hijas, amigas… Por mí la felicidad es poder compartir la vida con mi gente, las personas nos hacen ser más feliz. Cuando se murió mi padre, lo vi muy claro: el acompañamiento que nos hicieron las personas de nuestro alrededor fue muy bonito. Lo sentían… y se notaba.
¡Lo tengo muy claro! ¡El yogur con sabor a fresa y el flan de vainilla!
Ser los mismos la Navidad que viene, es decir, no perder a nadie más, y también, que La Fageda continúe siendo cómo hasta ahora, que no se pierda nunca su esencia.
Eva Güibas, periodista. La Fageda.