Tiene clarísimo que cuando sea mayor, con 60 años, volverá a Oix (Garrotxa), y será el alcalde. Lo dice riendo, pero todos sabemos que Pau Abel es un gran enamorado del pueblo que lo ha visto crecer. Ahora vive en La Caña, pero “sigo siendo de Oix, me encanta el pueblo, me siento de allá”. Todavía le falta un montón de años para llegar a los sesenta. Pau tiene 24 años y desde el 2020, trabaja con nosotros.
Se graduó en trabajo social en la Universidad de Girona, y su espíritu alternativo, lo llevó a alejarse de Cataluña y hacer prácticas en Nepal, en un orfanato, junto a una de las prisiones más grandes del estado. La voluntad de viajar y de salir de las fronteras garrochinas continúa latente. Le gustaría recorrer mundo, a pesar de que lo ve como un proyecto de futuro.
Actualmente, trabaja en el área social de La Fageda, pero también fue educador de la fábrica de lácticos. Hoy hablamos con él en esta entrevista, donde explica cómo fue su entrada en La Fageda, qué tareas se llevan a cabo desde el área social y también, reflexionamos con él sobre la figura de los trabajadores sociales y el valor que tienen para la sociedad.
Es mi primer trabajo como trabajador social, después de graduarme. Siendo de la Garrotxa, había oído a hablar mucho del proyecto y envié el currículum. Y es así como en 2020, con la pandemia en medio, entré a trabajar haciendo de controlador Covid durante 4 o 5 meses, puesto que buscaban alguna persona que tuviera sensibilidad social. El trabajo consistía a informar los trabajadores de las medidas de seguridad, prevención e higiene. Iba con un chaleco amarillo por fuera La Fageda, avisando de la distancia de seguridad, de la separación de grupos, de ponerse correctamente la mascarilla…
Sí, la idea era que mi figura liberara el educador principal, en los momentos que él tuviera que asistir a reuniones o que tuviera que dedicar más tiempo a alguna persona. También, que yo realizara la bienvenida a las personas nuevas, diera apoyo a las formaciones… A causa de aspectos de organización interna, empecé a asumir algunas tareas de educador.
Mi día a día se basaba en organizar las personas del Centro Especial de Trabajo (CET) y de la empresa de inserción: decirles a qué lugares tenían que ir, hacer los cambios de turno, analizar en qué estado se encontraba cada persona aquel día y si había alguna bandera roja, trasladarlo a la psicóloga y a la trabajadora social responsables. También, me encargaba de mantener buenas dinámicas de grupo, mirar que todo el mundo trabajara o el motivo por el cual no lo hacía, comprobar si había incidencias de comportamiento…
Yo soy graduado en trabajo social. María Colón, directora técnica del área social, y las psicólogas de este departamento, estaban contentas de cómo trabajaba con las personas de fábrica. Tanto por lo primero como por lo segundo, y también por mi familiarización con el proyecto, como Blanca Bardera, una de las trabajadoras sociales estaba embarazada, me propusieron cubrir la baja y acepté.
Actualmente, soy el trabajador social del CET, me encargo de las personas que trabajan en las secciones de mermeladas, jardinería, cocina, granja y limpieza, junto a Coral Torrento. Actualmente no trabajo 8 horas con la persona, como hacía antes en fábrica, sino que es una función más transversal: desde el área social, hacemos un apoyo a la persona en temas de salud, familia, administración, vivienda… Mi función es acompañar a las personas para que tengan autonomía en todas las vertientes de su vida y ganen confianza en sí mismas. También nos ocupamos de hacer coordinaciones con otros servicios como por ejemplo el Consorcio de Acción Social de la Garrotxa, si alguna persona tiene alguna dependencia a alguna sustancia también se gestiona con los CAS, los Centros de atención y seguimiento a las drogodependencias… Es decir, nos encargamos de todo aquello que conecta con la persona. Actuamos y cuidamos cada una de las partes del engranaje para intentar que el conjunto funcione, no solo correctamente, sino mejor.
También gestiono el transporte de La Fageda, -que como no estamos en el centro de Olot es complejo, y se tienen que coordinar los autobuses y las furgonetas. Además, me ocupo del ocio, que lo llevamos junto con el Servicio de Terapia Ocupacional (STO). Hacemos un par de actividades al mes, desde salir de fiesta hasta ir a un museo, hacer una calçotada u organizar un viaje en verano.
Sí. A mí me gustaba mucho estar en la fábrica 8 horas al día con la gente, porque es así como tienes un contacto directo con las personas, pero no era lo que había estudiado. Esta nueva oportunidad en el equipo del área social, me ha permitido ver todo el conjunto de la persona como tal, y saber si esto era lo que realmente me gustaba, y así ha sido. Cuando estás in situ trabajando con la persona, es más complicado coger la distancia suficiente como para tener una mirada de todas sus vertientes, de su conjunto. En cambio, poder ver a la persona desde otra mirada, te permite incidir en muchos aspectos, y esto me gusta. Además, colaboramos con profesionales externos, lo cual aporta mucho valor, puesto que tienes un aprendizaje no solo de La Fageda, sino también de otros lugares. Pasar al equipo técnico de soporte en el CET ha sido un reto, que no sabía si estaría a la altura, pero de momento, muy bien.
A pesar de que los trabajadores sociales también analizamos a las personas, las psicólogas tienen una información que va más allá de la que se nos muestra en un papel: la trayectoria de aquella persona, su estado de ánimo, el punto en que se encuentra en cuanto a las relaciones o pensamientos… Todo esto, en La Fageda, se trabaja conjuntamente, por eso es esencial que vayamos todos en línea, puesto que es importante conocer esta parte más emocional o personal.
Por ejemplo, imaginémonos que sale una plaza para ir a vivir en un piso compartido. Esta es una de las tareas que gestionamos los trabajadores sociales, pero ¿y si en aquel momento la persona no está o no se siente suficientemente fuerte para ir a vivir allí? Por eso, es importante tener la información del equipo de psicólogas de La Fageda, puesto que nos dicen cuando es el buen momento. Nos complementamos.
Las personas somos un engranaje, tenemos muchas partes, e igual que un coche, si falla una parte, seguramente fallarán todas. Es muy importante que cuando quieres incidir sobre un aspecto, sobre una de estas piezas del gran engranaje que conforma una persona, puedas ver como esto afectará las otras piezas. Así que creo que lo más relevante que se debe tener en cuenta a la hora de trabajar con personas de colectivos vulnerables es ver la persona como un todo, pero siempre conociendo todas aquellas piezas que son claves para ella. E intentar que la máquina, en lo posible, funcione sola. Con su propio combustible. Es decir, generar autonomía y autodeterminación.
Por ejemplo, cuando una persona no sabe pedir una cita para ir al médico o para ir a renovar el DNI, siempre intento -viendo las capacidades y limitaciones de cada una- que sea ella misma que aprenda a hacerlo, porque en un futuro lo pueda hacer sola. Si partes de una mirada paternalista, acabas empequeñeciendo aquella persona. Yo siempre estaré, pero ella tiene que ser consciente que lo puede hacer sola, así podrá ganar autonomía y confianza.
El entorno es perfecto por lo que se vive dentro el hayedo -me refiero, al bosque-, puesto que define muy bien nuestro proyecto. Un hayedo es un bosque lleno de árboles, pero que funcionando solos no tendrían la misma fuerza. El clima que hay en el bosque de hayedos y que hace que mucha gente de fuera lo venga a ver, no solo es porque son hayas, sino por la sensación que genera el hecho que estén todos juntos y que parece que funcionen como un solo ser vivo. Así pues, el hayedo como bosque describe muy bien lo que es La Fageda Fundación: te provoca una paz muy grande cuando estás dentro, te genera curiosidad para descubrir qué encontrarás tras otro árbol. Las personas de La Fageda son como las hayas de los bosques que nos rodean: funcionando solas no tendrían la potencia que tienen en un conjunto. Hay lugares donde el sol quizás no toca tanto, pero siempre hay alguna rama que se mueve para que pueda entrar luz, y hacer crecer otros árboles.
En todo proyecto social o empresa, lo más complicado pero al mismo tiempo imprescindible, son las personas. Por lo tanto, creo que lo más complejo de trabajar aquí son los momentos y las situaciones difíciles que puedan llegar a vivir estas personas. Lo mejor es que en algún momento, a lo mejor una persona te pondrá en una situación muy complicada pero, al lado habrá otra que te lo pondrá muy fácil. Es complicado acompañar personas con matices, mentalidades y formas de hacer tan diferentes… pero esto hace que el trabajo sea muy enriquecedor y que puedas aprender día tras día. Siempre hay algo que te sorprende.
¡Creo que me gustaría estar en jardinería!
Hago bailes de salón una vez a la semana, con Violeta Bulbena, de STO de La Fageda. Cuando era más joven, hacía waterpolo, a pesar de que era muy sacrificado, incluso había ido con la Selección Catalana y habíamos quedado campeones de España. Entrenábamos 3 horas, 5 días en la semana, era demasiado.
Ahora, me gusta mucho ir a andar, al ser de Oix lo llevo en la sangre, y disfruto mucho poder salir a la montaña. Me gusta mucho la fotografía, y para mí, es un aliciente más para salir a andar y hacer fotos de fauna y natura. La fotografía de natura es como “cazar”, pero respetando la vida del animal, y tiene aquel punto de emoción, de ver qué encuentras.
También toco la batería. Cuando era más pequeño, mi familia me hizo decidir, si seguir a waterpolo o hacer batería, porque tanto una cosa como la otra me ocupaba mucho tiempo. Hace un par de años, pensé: “Si Pau en aquel momento hubiera decidido hacer batería, en vez de waterpolo, ¿cómo le iría?”. Y volví a ponerme manos a la obra. Tengo una batería y voy a clases, no dedico tanto tiempo como querría, pero voy haciendo.
Ahora, como los yogures desnatados, porque estoy en “modo dieta”, pero a veces hago una excepción, puesto que también me gusta mucho la crema de La Fageda. Además, soy mucho fan de las vacas que hace Joan Vila de STO, ¡este es un producto que no tendríamos que perder nunca! Elabora vacas con papel maché, las pinta y se venden en nuestro Servicio de Atención al Visitante. Es un muy buen regalo para hacer, ¡así puedes explicar la historia que hay detrás!
Es el corazón social de la comarca. Hace mucho trabajo, y quizás la gente no lo ve directamente, pero a la vez, si el proyecto no estuviera, si La Fageda desapareciera, estoy convencido de que saldrían de nuevo muchas problemáticas sociales. Sería entonces, cuando la tarea de La Fageda se haría mucho más evidente, y no pasaría desapercibida o no se daría tanto por hecho.
Desde siempre, el trabajo de los trabajadores sociales ha sido ocuparse de todas aquellas personas que, desgraciadamente, el sistema ha rechazado. Somos necesarios y me siento muy bien ayudando a personas que se lo merecen, pero al mismo tiempo, pienso que si cambiaran algunas políticas, a lo mejor, no haría tanta falta que el trabajador social estuviera en determinadas situaciones y podría atender otras problemáticas. A escala social, creo que no está muy valorado el trabajo del trabajador social, pero si dejara de estar presente, se encontraría echaría en falta.
El año que viene, quiero empezar un máster en drogodependencias, combinándolo con el trabajo. Después de cursar el grado universitario, ya quería enfocarme a este ámbito, pero acabé trabajando aquí, justo después de los estudios. De hecho, en La Fageda damos apoyo a gente que tiene patologías duales, es decir, personas que tienen una enfermedad mental y también, una adicción.
Además, con mi pareja tenemos la idea de irnos y recorrer mundo. Es un sueño muy recurrente, que lo veo con los ojos cerrados, e incluso a veces con los ojos abiertos. No sé decirte cuando se podrá cumplir, porque ahora mismo, quiero seguir trabajando aquí.
Eva Güibas, periodista. La Fageda.