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25 noviembre 2020

Lo llamamos residencia, pero es su casa’, dice Carme Font, educadora de los hogares-residencia de La Fageda

La protagonista de este mes es de aquellas personas que ha dedicado la mayor parte de su vida laboral a La Fageda. Es de las veteranas, con más de 17 años de vinculación con el proyecto. Hizo aquí unas prácticas en 2003, en el Servicio de Terapia Ocupacional, y desde entonces ha tocado muchas teclas: ha hecho de monitora de transporte, de monitora de ocio al mediodía, suplencias y guardias, y desde 2006 es una de las educadoras de nuestras residencias.

 

Empezó trabajando en la antigua residencia conocida como El Xino y también en la de la calle Fontanella de Olot, y actualmente está en la del Caliu por las tardes hasta después de cenar. Le gusta su trabajo y así lo transmite, como podréis comprobar en la entrevista; lo que más le llena es poder acompañar durante muchos años a las personas y poder llegar a conocerlas en profundidad, compartiendo muchos momentos.

 

Es de La Canya, y su familia de la Vall del Bac, donde pasaba muchos ratos de pequeña. Fue a la escuela Cor de Maria y al Instituto Montsacopa, y luego empezó en la Universidad de Vic la Diplomatura de Terapia Ocupacional. Todavía no existían los túneles de Bracons, así que para ahorrarse largos viajes de ida y vuelva se buscó un piso compartido en Vic, pero echaba de menos la Garrotxa y volvía cada fin de semana. Para las prácticas escogió diferentes centros, entre ellos La Fageda.

 

Ya diplomada, se marchó a vivir a Barcelona para seguir formándose y se inscribió en un posgrado de Inserción Sociolaboral. Estudiaba y trabajaba tanto en la capital catalana como en Olot hasta que decidió regresar definitivamente a La Canya y a la comarca. Hoy, y coincidiendo con la celebración de los 35 años de historia de los servicios de hogar-residencia de La Fageda, queremos destacar la labor y la persona de Carme Font, de 39 años, aficionada a la música, los viajes, el deporte y los rompecabezas.

 

Carme Font, el día de la entrevista, en el Parc Nou de Olot

 

 

Hola, Carme. ¿Cómo definirías tu profesión? ¿Qué es, en tus palabras, una terapeuta ocupacional?

Intentamos que la persona, a través de una actividad que sea significativa, productiva, de ocio o la que sea, recupere, rehabilite o estabilice sus capacidades. A través de una actividad productiva como es el trabajo, por ejemplo, se pueden trabajar multitud de cosas, empezando por el hecho de sentirse bien consigo mismo.

 

¿Recuerdas tu primer trabajo como terapeuta?

Sí, fue en Cottolengo del Padre Alegre, un centro muy grande de Barcelona que atiende a personas con diferentes necesidades, algunas con trastorno mental, y que está gestionado por una congregación religiosa. Recuerdo que fue en 2003 y lo encontré a través de un portal digital de búsqueda de empleo. De hecho no tuve un primer trabajo, sino tres…

 

Empezaste con fuerza.

Vivía en Barcelona, estudiaba un posgrado de Inserción Sociolaboral, trabajaba en Cottolengo a jornada parcial y los fines de semana y los lunes también hacía unas horas en la sección de geriatría del Hospital de Olot y en las residencias de La Fageda.

 

Carme Font, de pequeña

 

Entonces, después de finalizar las prácticas mantuviste la relación con La Fageda.

Sí, de hecho el verano después de finalizar la carrera, y antes de marchar a Barcelona, estuve trabajando como monitora de ocio en La Fageda. Después, como te explicaba, bajaba los fines de semana y estaba uno de los dos días, o el sábado o el domingo, en las residencias como educadora haciendo jornadas de 12 horas. Si me lo podía combinar con Cottolengo, también hacía suplencias.

 

¿Y cuándo descansabas?

Mira, después de estar durante dos años así, para arriba y para abajo, y aún yendo justa para pagar el alquiler en Barcelona, decidí dejar el piso y volver a La Garrotxa para estar más tranquila. Regresé a casa de mis padres y empecé a trabajar más horas en La Fageda. Seguía los fines de semana en las residencias y también hacía de monitora en el transporte, de monitora de ocio los mediodías entre semana y daba apoyo a las personas que vivían en el piso tutelado que tenemos.

 

¿En qué consistían las actividades de ocio del mediodía?

Pues sobre todo iba enfocado a las personas del Centro Especial de Trabajo en su descanso después de comer. Duraba dos horas, era voluntario, y hacíamos actividades de ocio como juegos de mesa, pintura y paseos, y otras que nos inventábamos entre todos o que nos proponían ellos. Recuerdo un día que nos disfrazamos y construimos una cámara de vídeo con cartones simulando que rodábamos un anuncio de caramelos, o los días que nos convertíamos en periodistas para entrevistar a gente de la casa, como Carme Jordà [cofundadora de La Fageda] o Enrique Núñez [exdirectivo de La Fageda ya jubilado]. ¡Teníamos un micro gigante y creábamos una especie de plató televisivo! Buenos momentos, por supuesto. Era todo muy diferente, comíamos juntos todos en un mismo turno y éramos un grupo pequeño.

 

¿Y en qué momento decides centrar tu jornada en la residencia?

Pues no mucho más tarde, creo que fue en 2006. Dejé todo lo demás y me concentré en la residencia y también en la organización del viaje y las colonias anuales. Y así hasta el día de hoy. He vivido muchos cambios, el más importante el de las residencias. Empecé trabajando en la residencia de El Xino y la de la calle Fontanella y luego pasamos a los edificios de El Caliu y El Cassés, mucho más modernos, mejor equipados y cómodos para los residentes. Tenemos más habitaciones para que tengan más intimidad. Antes eran triples y ahora son individuales o dobles.

Tiene mucho mérito lo que hacen, porque convivir con otras personas no es fácil.

Claro, tienen muchísimo mérito. Además no solo viven juntos, algunos también trabajan juntos y realizan las actividades de ocio juntos. Se ven a todas horas y lo llevan muy bien, mejor de lo que lo llevaríamos nosotros seguramente.

 

 

¿Cómo es tu día a día?

Empiezo a las tres de la tarde en la residencia El Caliu, a la hora a la que también llegan las personas del Centro Especial de Trabajo que hacen jornada intensiva en La Fageda. Hago el recibimiento, hablamos un poco de cómo ha ido el día y luego ellos ya quieren ir a la suya. Aprovecho entonces para hacer las labores de atención indirecta como son la coordinación con sus médicos y su administración económica, entre otras cosas. A lo mejor un día tengo que desplazarme hasta el CAP, otro día voy al banco a hacer gestiones… A las cinco llega mi compañera, ya que por la tarde somos dos educadoras, y hacia las seis llegan el resto de residentes. Hacemos duchas y atiendo sus demandas. Vamos a buscar la cena caliente a la otra residencia [El Cassés, en el barrio del Pla de Dalt de Olot], donde está la cocina, y cenamos. Tenemos hecha una distribución de tareas, así que cada día le toca a uno poner la mesa o ir a comprar el pan, por ejemplo. Cuando acaban de cenar yo ya finalizo mi jornada y se queda con ellos mi compañera.

 

A pesar de cierta rutina cada día debe ser muy diferente.

Pues sí, es una labor muy individual, muy personalizada. Quizás un día una persona te pide que la acompañes a comprarse un jersey, o alguien que toca la guitarra necesita algún aparato nuevo, un día también enseñamos a hacer funcionar Whatsapp… Nosotros lo llamamos la residencia, pero para ellos es su casa y esto significa que estamos allí para lo que puedan necesitar.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

Me gusta mucho mi trabajo en general. Quizás lo mejor es poder hacer una atención continuada a las personas, que me permite conocerlas muy bien y compartir muchos momentos. Con algunos he compartido sus últimos 16 años, que no es poco. Formo parte de su día a día y ellos del mío.

 

Se debe crear un vínculo muy grande.

A algunos los conocí de adultos, y ya se han hecho mayores e incluso han sido derivados al geriátrico. Imagínate. Cuando se marchan de la residencia y van al geriátrico es porque necesitan un servicio diferente que nosotros ya no podemos ofrecer. Los vamos a visitar a menudo para mantener la relación. No voy yo sola, sino que vamos todo el grupo de la residencia. Ahora, con la situación de pandemia, pues lo tenemos que hacer a través de una videollamada…

 

¿Cuál es tu producto Fageda favorito?

El yogur natural.

 

¿Y dónde te podemos encontrar fuera del horario laboral? ¿Cuáles son tus aficiones?

La música, viajar cuando se podía, y el deporte. Jugué durante años a baloncesto, y también estuve de voluntaria en el Club Esportiu Horitzó, que promueve el deporte adaptado para las personas con diversidad funcional. También me gusta ir a ver el mar, pasear por los caminos de ronda de la Costa Brava. ¡Ah, y hacer puzzles!

No te podías escapar sin responder a esta última pregunta… Son ya 17 años vinculada al proyecto, ¿cómo describirías La Fageda?

Es un sitio donde hay mucho respeto por cada persona, es una de las cosas más importantes. No es el hecho de tener un Centro Especial de Trabajo ni otros servicios asistenciales lo que nos hace diferentes, sino el de respetar y entender la individualidad de cada persona. Y a partir de este respeto viene el afecto hacia los demás.

 

Víctor de Paz

Periodista y Guía de La Fageda

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