Mar Monell está plenamente evocada a las personas. Actualmente, trabaja de educadora en uno de nuestros hogares-residencias. En esta entrevista, nos confiesa que La Fageda es su segunda casa y así lo demuestra la ternura, afecto y aprecio que transmite hacia el proyecto.
Nació en Huesca, pero de muy pequeña fue a vivir a Lloret de Mar y muy pronto, se trasladó a la Garrotxa. Actualmente, vive en La Canya y este diciembre, hará 20 años que trabaja en el Servicio de Vivienda de La Fageda, que está integrado por dos hogares-residencia situados en Olot, donde viven personas con discapacidad que, o bien no tienen familia, o bien la familia no se puede hacer cargo de ellas. Se desarrolla un apoyo integral hacia estas personas: desde los aspectos relacionales y de integración a la comunidad hasta los hábitos y la higiene.
Mar nos abre las puertas de su segundo hogar, la residencia El Cassés, y nos habla de su segunda familia, que ha ido conformando estas dos décadas que hace que trabaja en La Fageda.
Vi una oferta de trabajo de La Fageda en la revista La Comarca de Olot y me llamó mucho la atención, pensaba que era un tema que me podía interesar. Vine a hacer la entrevista y pasados unos días, me cogieron. En principio, el trabajo era de auxiliar de los educadores sociales que estaban en Fontanella, una residencia que tenía antes La Fageda. Trabajé allí un par de años, pero después, Carme Jordà, cofundadora de La Fageda, me dijo si me gustaría formar parte del equipo de educadores. Dije que sí, me encantaba el trabajo. Estuve un tiempo en la residencia que teníamos antes, El Xino, más tarde pasé a El Caliu y ahora hace 15 años, que estoy en la residencia El Cassés.
Al principio, como auxiliar, hacía de ayudante a los educadores sociales, tenía unas responsabilidades diferentes de las de ahora. Después, fui tutora de algunas personas de residencia, teniendo cura de si les faltaba ropa, si tenían que ir a la peluquería, tener un regalo por el cumpleaños… Era un apoyo transversal, por todo aquello que necesitaran. Más tarde, pasé a hacer acompañamiento de médicos y economía de los residentes.
La primera tarea que hago es ayudar a levantar a las personas y a algunas, las ayudo a ducharse. Me encargo que estén bien vestidas y afeitadas, que salgan con las mejores condiciones posibles. Algunas, se van con autocar a La Fageda y otras, van con ambulancia. Tengo una planificación con las sesiones de médico que tengo que hacer cada día. Acompaño a las personas al traumatólogo, a hacer analíticas… Los miércoles, normalmente, hago la parte de economía, es decir, preparo el dinero que necesitan si quieren ir al podólogo, a la peluquería, a comprarse alguna prenda de ropa…
Todos los trabajos son esenciales, no solo el mío, sino el de todos. Nosotros los acompañamos en su día a día, los ayudamos en todo lo que necesitan… Somos una gran familia. Nunca digo “voy a trabajar”, siempre me gusta decir “voy a casa”. Es mi segunda casa y mi segunda familia. Creo que todo lo que hacemos para ellos es relevante.
Han pasado tantas cosas… Siempre he reído mucho con todas las personas que he trabajado. Hay momentos muy buenos, porque hacen comentarios que les salen verdaderamente del corazón, sin filtros y tienen mucha razón.
Debe tener mucha paciencia, porque hay momentos difíciles. Tenemos que intentar simplificar y normalizar muchas cosas, siempre tratándolos como el resto de personas. Debemos ser cariñosos, cuando toca, pero también tenemos que ser contundentes y decisivos. Siempre intento verlos como una parte de mí, como si fueran mi madre o mi hermano, a quien trataría con mucho de afecto y haría el máximo por ellos para que se sintieran cómodos.
¡Todo! ¡Este trabajo me llena mucho! Cuando empecé a trabajar en La Fageda, pensé que no aguantaría. Pasados los primeros 15 días, hice un cambio. Las personas en situación de vulnerabilidad me han enseñado mucho, me han hecho ver la vida desde otra perspectiva y reaccionar a situaciones de una manera totalmente diferente. He aprendido mucho de ellos y con ellos. He cambiado mi visión de la vida. Para mí entrar a trabajar aquí, me permitió cambiar al 100%. Cada día es diferente, es un aprendizaje constante.
Lo que se hace para las personas. Crear un proyecto socio-empresarial, para las personas en situación de vulnerabilidad y ayudarlas, proporcionarles trabajo… Es una iniciativa esencial y muy bonita.
La Fageda me ha enseñado a vivir con una visión del mundo totalmente diferente.
Para poder subsistir, se tiene que evolucionar. Este es el cambio que he visto durante todos estos años. Al haber más oportunidades de crecimiento, se ha podido contratar a más personas. Esto ha sido bueno para todas las partes. Pienso que La Fageda tiene un gran futuro, a pesar de la crisis que nos viene por delante. Cómo dice Cristóbal Colón, presidente, La Fageda es un barco y tenemos que sujetarlo, hacer que salga adelante y remar juntos para que continúe navegando.
Sin duda, del Servicio de Terapia Ocupacional.
¡Estar con mis 3 nietas! Todo el tiempo libre que tengo, lo dedico a ellas. Son mi debilidad. ¡Me hacen vivir estas niñas!
El griego natural, mezclado con mermelada de frutos rojos de bosque.
¡Espero que sí, me encantaría!
Quiero dar las gracias a todo el mundo por haberme aceptado y darme la oportunidad de formar parte de este proyecto. También, quiero agradecer el apoyo que he recibido por parte de mucha gente: por todo aquello que me han enseñado, ayudado… Y espero haberlos apoyado yo también, y que esta ayuda haya llegado a muchos.
Eva Güibas, periodista. La Fageda.