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28 diciembre 2021

“Es un trabajo que no te deja nunca de sorprender, das y recibes mucho a cambio”, Anna Corcoy, educadora social de La Fageda

Si dais un paseo por La Fageda con ella, veréis que desprende afecto y ternura, a pesar de que se describe como una persona reservada. Es Anna Corcoy. Con solo 23 años entró en nuestro proyecto social. Era en 1999, cuando una Anna acabada de licenciar, volvió a Olot después de estudiar psicología en la Universidad Autónoma de Barcelona y creyó que era un buen momento para buscar trabajo. Hizo prácticas en un taller ocupacional de la gran ciudad y quería seguir esta línea.


                    

Anna Corcoy, delante la entrada del Rebost de La Fageda.

 

Actualmente, forma parte de nuestro Servicio de Terapia Ocupacional (STO), encargándose del Club Social, un espacio que da apoyo a personas en situación de vulnerabilidad que se han jubilado, y también, del Rebost de La Fageda, una actividad que permite dar salida a las verduras y hortalizas del huerto de Mas Els Casals y vender nuestros productos a los trabajadores de la casa. Hoy Anna nos revela cómo ha vivido estos más de 22 años en nuestro proyecto social y nos demuestra que detrás de su prudencia y saber estar, se esconde una mujer empática y humilde, con un gran aprecio por su trabajo.

 

La Fageda fue tu primera oportunidad laboral. ¿Te seguiste formando?

 

Después de entrar a trabajar en La Fageda hice un posgrado online en la Fundación Pere Tarrés en discapacidad, salud mental y gente mayor. Unos estudios más centrados en la posición que ocupaba. Actualmente, estoy habilitada como educadora social. A lo largo de estos años he ido haciendo formaciones relacionadas con mi trabajo, como por ejemplo cursos de resolución de conflictos, trabajo de las emociones, comunicación aumentativa, lengua de los signos…

 

¡Un aprendizaje continuo! Explícanos cómo fueron los primeros años en la casa.

 

Empecé haciendo un esplai los sábados a la antigua residencia de La Fageda, El Xino. Iba gente de la propia residencia y también, del taller ocupacional. Más tarde, hice de celadora y también, de educadora a la antigua residencia Fontanella. Además, ejercía de monitora de transporte y de otro esplai los mediodías en Mas Els Casals y hacía acompañamientos médicos.


                    

Los primeros años de Anna trabajando en La Fageda.

 

Pasado un tiempo, salió una plaza de educador en el STO, y pasé a formar parte del equipo. Esta ampliación fue gracias a la creación del Club Social, donde hacíamos actividades durante la mañana y manipulados, por la tarde, es decir, tareas que realizábamos para otras empresas. Por ejemplo, limpiábamos juntas de piscinas, hacíamos nudos a hilos que servían para colgar jamones, poníamos bombones en cajas…

 

Veo que hablas en pasado cuando haces referencia a los manipulados. ¿Ya no se realiza esta tarea?

 

Desde hace un tiempo, ya no hacemos manipulados para empresas externas. La idea es que todas las actividades en las que participamos i que nos aportan un trabajo terapéutico, puedan estar relacionadas con La Fageda. Para hacerlo posible, se creó el huerto, el espacio de etiquetado de la fábrica de mermeladas, El Rebost y nos introdujimos en las tareas de mantenimiento de los jardines de Mas Els Casals. Todos los educadores sociales del STO nos especializamos en unas tareas determinadas y actualmente, tenemos un lugar más fijo.

 

Así pues, el STO también ha ido evolucionando, en función de los cambios que ha ido logrando La Fageda. ¿Cómo os organizáis en la actualidad?

 

Una parte de nuestra jornada, la dedicamos al trabajo terapéutico, y la otra, hacemos actividades de ajuste personal, como por ejemplo ir de paseo o al parque de deporte, hacer un taller de memoria… Nos organizamos de forma que cada educador se encarga de unas actividades según sus gustos y destrezas.

 

¿Cómo definirías el equipo de educadores sociales que formáis parte del STO?

 

Pienso que en un trabajo como el nuestro es muy importante tener apoyo. El equipo del Taller Ocupacional está formado por personas de una gran calidad humana. Siempre que he necesitado apoyo, lo he encontrado en ellos. He aprendido y he reído mucho con ellos, y espero seguir aprendiendo y continuar riendo. Hacemos piña y somos un equipo muy bonito.

Buena parte del equipo de educadores sociales del STO de La Fageda.

 

Una de estas actividades es El Rebost. ¿Cómo afrontaste el reto de encargarte de su gestión cuando se te propuso?

 

En aquel momento me sugirieron si lo quería llevar, junto con Antonio López. Más tarde, se añadió Clara Ventura. De entrada pensé que un trabajo de cara al público y comercial, no hacía demasiado para mí porque soy una persona reservada. Pero me he sentido muy a gusto y he tenido la oportunidad de probar un trabajo que seguramente no habría hecho nunca. Me gusta porque conoces mucha gente de la casa. El Rebost es una vía para que las personas del STO sean más presentes y tengan más visibilidad.

 

Un proyecto interno muy útil y necesario. ¿Cuál es su principal función?

 

La misión del Rebost es ofrecer un trabajo real y significativo y cerrar el círculo de los productos que vemos nacer y hacemos crecer en el huerto. Surgió para dar salida a las verduras y las hortalizas y crear un espacio más de trabajo para personas en situación de vulnerabilidad. Es una actividad muy bonita y terapéutica. Primero, empezamos a vender en el mismo huerto, en una parada. Pasado un tiempo, se decidió crear un espacio dirigido a los trabajadores, donde no solo se vendieran las verduras y hortalizas, sino que también pudieran encontrar los productos de La Fageda: yogures, mermeladas, helados… Así surgió El Rebost. Ahora también ofrecemos bocadillos y cafés, vendemos aceite de otros productores…

Anna, a la derecha, dando apoyo a personas en situación de vulnerabilidad que trabajan en El Rebost de La Fageda.

 

¿Qué funciones realizas en El Rebost?

 

Mi trabajo consiste en apoyar a sus trabajadores. Tengo mucha suerte de trabajar con Clara porque nos entendemos muy bien. Durante toda una semana ella está en el Club Social, donde actualmente hay 20 personas, y yo, en El Rebost, y la siguiente semana lo hacemos a la inversa. Las dos sabemos hacer las mismas tareas y esto es muy cómodo por si alguna de nosotras falla alguna vez porque está de vacaciones o enferma.

 

Nos encargamos de distribuir los diferentes trabajos, ayudar a las personas con lo que haga falta, acompañarlas, intentar adaptar todos los trabajos porque puedan ser el máximo de autónomas… Hay gente que ya tiene un lugar de trabajo claro y definido y otra, viene de forma intermitente y tenemos que ir explicando lo que tiene que hacer. En total, hay unas 30 personas que se combinan para trabajar en El Rebost.

 

Y la semana que te toca ir al Club Social… ¿Qué tareas realizas?

 

Al Club Social hacemos pequeños trabajos de manipulados exclusivamente para La Fageda: montamos las cajas de helados, envolvemos frutas para la cocina, hacemos tareas para el Servicio de Atención al Visitante, como por ejemplo envolver cucharillas de madera, libretas, puntos de libro, imanes… Ahora queremos hacer unas vacas con papel maché y venderlas allí. También recogemos y secamos las hojas para las postales de Navidad que hacemos cada año. Combinamos estos trabajos de manipulados, con otras actividades como por ejemplo ir al parque de salud, hacer un taller de cocina o de costura, etc.

 

Personalmente, me encargo de uno de los talleres del Club Social, el de memoria. Trabajamos aspectos de atención, lenguaje, percepción y otras funciones superiores, siempre en grupo y con material de apoyo visual. También hago otra actividad, el taller de la revista, con personas del Taller Ocupacional. Hacemos una compilación de todo lo que hemos hecho durante el año, explicamos las salidas, hacemos entrevistas… Así la gente puede enseñar que hacemos a sus familiares.

 

 

En medio de la fotografía, Anna, en una sesión lúdica de guitarra del Club Social, durante sus primeros años en La Fageda.

 

¿Qué crees que les aporta poder formar parte del Rebost y del Club Social?

 

El Rebost es una actividad muy bien aceptada. Los ayuda a sentirse parte del proyecto y pueden relacionarse con mucha gente. Muchos compañeros ven como trabajan y esto es un refuerzo positivo para ellos. Les gusta tener tareas variadas: cobrar, colocar productos, hacer cafés y bocadillos, controlar las fechas de consumo preferente, ordenar la cámara… En el Club Social pasa igual. Por ejemplo, cuando hacemos las cajas de helado, se las llevamos a los compañeros que trabajan en esta sección y ven que están haciendo un trabajo necesario.

 

¿Cómo lo haces para favorecer que las personas en situación de vulnerabilidad se sientan bien en el trabajo?

 

Una cosa que he aprendido de Carme Jordà, cofundadora de La Fageda, es la importancia del vínculo. Si eres capaz de establecer un vínculo basado en el afecto, el respeto y la confianza, tienes un gran recorrido ganado para poder acompañar a aquella persona. Es muy importante la escucha activa y encontrar momentos por si te quieren explicar algo. En cuanto a los trabajos, se tiene que facilitar que esté todo adaptado y personalizado. Cada persona es diferente.

 

Carme Jordà, en el centro de la foto, acompañada de Anna y otras educadoras sociales, así como personas que trabajan en la casa. A la derecha, Cristóbal Colón, presidente de La Fageda.

 

Imagino que debe de ser un trabajo muy enriquecedor. ¿Qué es lo que más te gusta?

 

Es un trabajo que puedes enseñar mientras aprendes, que acompañas, pero te sientes acompañado, que no te deja nunca de sorprender y que das, pero también recibes mucho a cambio.

 

Más de dos décadas en La Fageda. ¡Se dice rápido! Seguro que tienes un montón de anécdotas y momentos felices para explicarnos.

 

Tanto trabajadores, como familiares de La Fageda, nos confunden o se piensan que somos hermanas gemelas con una compañera, Montse Masmitja. Hace mucha gracia porque a veces cuando me dicen Montse, ya les sigo el hilo. ¡Ya me he acostumbrado, ha, ha! En cuanto a los momentos, me quedaría con pequeños instantes que para mí son importantes. Por ejemplo, cuando solo de verme en Mariano ya me abraza, cuando ves que Carlos ha podido encontrar un lugar de trabajo que le gusta o cuando Joan me regala un retrato.

 

Has podido conocer muchas personas aquí… ¿Qué te ha aportado La Fageda en el ámbito personal y de aprendizaje?

 

He visto muchas historias de superación personal, personas que tienen limitaciones físicas importantes o enfermedades mentales que los incapacitan, pero que pueden llevar una vida llena.

 

¿Qué es para ti La Fageda?

 

Es un proyecto social que utiliza el trabajo –real y significativo- como un elemento rehabilitador para las personas, con el objetivo de integrarse en la sociedad y recuperar su autoestima. Lo que me ha sorprendido más de La Fageda es que se crea como proyecto social para dar una salida laboral a personas con unas capacidades diferentes y que no solo se consigue, sino que también resulta ser competitivo, de éxito y con productos de calidad.

 

Si no estuvieras en el STO, ¿dónde te gustaría trabajar?

 

Si tuviera que elegir, me gustaría trabajar en temas de formación o de salud mental.

 

Acabamos de conocer la Anna en su entorno de trabajo, ¿pero qué es lo que te gusta hacer cuando acabas la jornada laboral?

 

Leer, ir de paseo, conocer lugares nuevos… Estamos intentando hacer el camino de ronda por etapas y, además, me gusta ir de excursión por la Garrotxa. Disfruto pasando tiempo con mi familia, cocinando y también, comiendo.

Anna, con su familia, en una excursión.

 

¡Así que eres una cocinillas! ¿Cuál es tu receta preferida?

 

Voy inventando con la Thermomix, sobre todo en postres. Cada sábado, a mi hijo pequeño, le gusta que haga algo para almuerzo: crepes, magdalenas, gofres… También hago pasteles de cumpleaños y los personalizo. Personalmente, me gusta el flan de mascarpone.

Su marido y sus dos hijos, durante la celebración de un cumpleaños.

 

Una amante de la lectura como tú, ¿qué libro nos recomendaría?

 

Me gusta mucho la novela histórica o negra. Soy una fan incondicional de Carlos Ruiz Zafón, no he encontrado nadie que escriba como él. Si tengo que elegir un libro, escogería la Sombra del Viento. También recomiendo La Bestia, escrito bajo el pseudónimo de Carmen Mola.

 

Y la pregunta estrella… ¿Cuál es tu producto favorito de La Fageda?

 

El yogur natural azucarado, la crema de vainilla y el helado de yogur.

 

El año 2022 celebramos nuestros 40 años. ¿Cómo auguras el futuro de La Fageda?

 

He visto como La Fageda ha ido cambiando. Creo que se ha sabido adaptar a las necesidades, sin perder la mirada hacia las personas que atendemos. De cara al futuro, creo que se irá encontrando con nuevos retos y esto hará que vaya creciendo. A estas alturas, me cuesta imaginarme jubilada… Pero sí que me imagino trabajando aquí en un futuro.

 

Eva Güibas, periodista. La Fageda. 

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